
Gaugain realizó esta pintura antes de su primera partida a Tahití, es el Retrato del artista con el Cristo amarillo. En la pintura se ve en realidad un retrato con triple rostro, en el que el artista revela diferentes facetas de su personalidad.
En la figura central, la mirada fija que Gauguin dirige al espectador, expresa el peso de las dificultades, pero también toda su determinación para seguir su combate artístico. Representa en su espalda, dos otras obras suyas, realizadas el año anterior, que se enfrentan de un punto de vista estético y simbólico.
En la izquierda se encuentra El Cristo amarillo que representa el sufrimiento, al que Gauguin atribuye sus propios rasgos. El brazo extendido por el Cristo, encima de la cabeza del pintor provoca un gesto protector. Al jarrón, Gauguin lo describía como una "cabeza de Gauguin el salvaje".
Catalina y Juan Andrés
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